Carbono de fin de vida
El carbono de fin de vida (end-of-life carbon) hace referencia a las emisiones de gases de efecto invernadero que se generan cuando un producto llega al final de su vida útil. Esto incluye procesos como la incineración, el vertido en vertederos, la degradación biológica o el reciclaje. Aunque tradicionalmente ignorado en muchos cálculos, este tipo de emisiones puede representar hasta el 30 % del impacto climático total de un producto.
En el contexto del análisis de ciclo de vida (ACV), el carbono de fin de vida se incorpora como una etapa crucial para evaluar con precisión la huella de carbono real. Sectores como el embalaje, la construcción, el textil y la electrónica deben considerar este factor para cumplir normativas climáticas y mejorar sus reportes ESG.
¿Por qué importa esta categoría de emisiones?
Incluir el carbono de fin de vida en los cálculos permite identificar puntos críticos de mejora en diseño, logística inversa y selección de materiales. Por ejemplo, un envase multicapa que se incinera tras su uso puede emitir más CO₂ que uno reciclable, aunque su producción inicial sea más eficiente.
En 2022, un estudio de la Universidad de Leeds demostró que el 18 % de las emisiones asociadas a productos plásticos se producen tras su descarte. Ignorar esta etapa lleva a decisiones empresariales erróneas y estrategias de sostenibilidad incompletas.
Cómo se mide el carbono de fin de vida
El cálculo depende del destino final del producto y de su composición. Cada tipo de material tiene un perfil de emisiones distinto según el tratamiento postconsumo.
Por ejemplo:
- La incineración sin recuperación energética emite más CO₂ que el compostaje.
- El reciclaje mecánico suele generar menos emisiones que el químico, pero requiere materiales limpios.
- Los materiales con biodegradabilidad controlada pueden evitar parte de estas emisiones si el proceso está bien gestionado.
Para garantizar coherencia, las metodologías utilizadas deben seguir las directrices del Protocolo GHG, PAS 2050 o ISO 14067.
Aplicación en la economía circular
El carbono de fin de vida es especialmente relevante en el marco de la economía circular. Permite evaluar la eficiencia real de estrategias como el ecodiseño, la reutilización o el upcycling. Diseñar un producto circular no solo implica pensar en su durabilidad o modularidad, sino también en su comportamiento climático una vez descartado.
Empresas como Patagonia, IKEA o Unilever ya incluyen este parámetro en sus decisiones de desarrollo de producto, optimizando tanto los materiales como los sistemas de recuperación, con reducciones demostrables de emisiones de alcance 3.
Relevancia para los reportes ESG
Incluir el carbono de fin de vida en los informes ESG permite ofrecer una visión completa y rigurosa del impacto climático corporativo. La mayoría de las emisiones generadas en esta fase se clasifican como emisiones indirectas de alcance 3, lo que las convierte en esenciales para estrategias net-zero.
Además, cada vez más regulaciones como la CSRD en Europa o la SEC Rule en EE. UU. exigen transparencia total en la cadena de valor, incluyendo el impacto ambiental del uso y descarte de los productos. Ignorar esta fase puede derivar en sanciones regulatorias, pérdida de acceso a financiación verde y daño reputacional.
Claves para reducir el carbono de fin de vida
Las estrategias más eficaces para minimizar estas emisiones incluyen:
- Eliminar materiales no reciclables o contaminantes.
- Diseñar pensando en el desmontaje y la reparabilidad.
- Implementar sistemas de devolución y reciclaje postventa.
- Utilizar materiales con bajas emisiones en su descomposición (como biopolímeros o metales reutilizables).
- Asociarse con gestores de residuos certificados.
Estas medidas no solo reducen el impacto climático, sino que aumentan el valor percibido del producto, refuerzan la fidelización del cliente y mejoran el cumplimiento normativo.
Hacia una contabilidad climática más completa
El carbono de fin de vida ya no puede considerarse una externalidad residual. Es una categoría determinante para alcanzar compromisos de descarbonización creíbles y para diseñar productos verdaderamente sostenibles. Su integración en la estrategia empresarial permite una trazabilidad total del impacto ambiental y abre nuevas oportunidades de innovación.
Incluir esta dimensión no es una opción, sino un imperativo operativo para cualquier empresa que quiera competir en entornos regulados, climáticamente conscientes y centrados en la circularidad.
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Carbono incorporado
El carbono incorporado (embodied carbon) es la cantidad total de emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la extracción, procesamiento, fabricación, transporte e instalación de materiales de un producto o infraestructura antes de su puesta en uso, así como las derivadas de mantenimiento y fin de vida.
Caudal ecológico mínimo
El caudal ecológico mínimo es la cantidad de agua que debe circular de forma continua por un río o tramo fluvial para mantener su funcionalidad ecológica.
Crisis climática
La crisis climática provoca el calentamiento global con consecuencias como el aumento del nivel del mar, eventos climáticos extremos, pérdida de biodiversidad y escasez de recursos, requiriendo acciones de mitigación y adaptación para proteger el planeta y asegurar un futuro sostenible.
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