Las energías renovables son aquellas fuentes energéticas que se regeneran de forma natural a una escala temporal humana y no se agotan con su uso: sol, viento, agua en ciclo, biomasa y calor geotérmico. A diferencia de los combustibles fósiles, su extracción no libera carbono fósil adicional a la atmósfera, por lo que constituyen el pilar técnico para descarbonizar la economía mundial antes de 2050.
Existen diferentes tipos de energías renovables, cada una con sus propias características y potencial de aprovechamiento:
La energía solar se obtiene a partir de la radiación electromagnética del Sol. Esta energía puede aprovecharse de dos maneras principales:
La energía eólica se genera a partir del viento utilizando aerogeneradores que convierten la energía cinética del viento en energía mecánica de rotación, y posteriormente en electricidad. Los parques eólicos, tanto terrestres como marinos, juegan un papel importante en la producción de energía limpia a gran escala.
La energía hidráulica, o hidroeléctrica, se obtiene de la energía potencial y cinética del agua en movimiento, como ríos y lagos. Las centrales hidroeléctricas aprovechan la fuerza del agua para mover turbinas que generan electricidad.
La energía geotérmica proviene del calor interno de la Tierra. Se puede utilizar tanto para generar electricidad, mediante centrales geotérmicas, como para calefacción y refrigeración, aprovechando la temperatura constante del subsuelo.
La biomasa se refiere a la materia orgánica, como madera, residuos agrícolas o cultivos energéticos, que puede utilizarse como fuente de energía. La combustión de biomasa genera calor que puede utilizarse directamente o para producir electricidad.
La utilización de energías renovables presenta numerosos beneficios, tanto a nivel ambiental como económico y social:
Las energías renovables son limpias y no emiten GEI durante su funcionamiento, lo que las convierte en una herramienta fundamental para combatir el cambio climático y mejorar la calidad del aire.
El uso de energías renovables reduce la dependencia de los combustibles fósiles, aumentando la seguridad energética y la independencia de los países.
El sector de las energías renovables está en constante crecimiento, generando nuevos puestos de trabajo en áreas como la instalación, el mantenimiento y la investigación.
La implantación de instalaciones de energía renovable, como parques eólicos o plantas de biomasa, puede contribuir al desarrollo económico y social de zonas rurales.
La huella de carbono es un indicador que mide la cantidad total de GEI emitidos por efecto directo o indirecto de una actividad, producto, organización o individuo. La utilización de energías renovables tiene un impacto directo en la reducción de la huella de carbono, ya que estas fuentes de energía no generan emisiones de GEI durante su operación.
La medición de la huella de carbono en el sector energético es crucial para identificar las principales fuentes de emisiones y establecer estrategias de reducción. Esta medición se realiza siguiendo estándares internacionales como el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol), que proporciona directrices para la contabilización y reporte de emisiones.
La descarbonización, es decir, la reducción drástica de las emisiones de carbono, es esencial para limitar el calentamiento global. La energía renovable juega un papel fundamental en este proceso, ya que permite sustituir progresivamente el uso de combustibles fósiles por fuentes de energía limpias.
El futuro de la energía renovable se presenta prometedor. La creciente concienciación sobre el cambio climático, la disminución de los costes de las tecnologías renovables y el desarrollo de políticas de apoyo están impulsando la transición hacia un sistema energético más sostenible.
La investigación y el desarrollo tecnológico son claves para mejorar la eficiencia y reducir los costes de las energías renovables. Nuevas tecnologías, como la energía solar fotovoltaica de concentración o la energía eólica marina flotante, prometen un futuro aún más prometedor para las energías limpias.
Las políticas públicas juegan un papel fundamental en la promoción de las energías renovables. Incentivos fiscales, subvenciones, sistemas de tarifas reguladas y objetivos vinculantes de participación de las energías renovables en el mix energético son algunas de las medidas que los gobiernos pueden implementar para acelerar la transición energética.
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