Gases de efecto invernadero (GEI)

¿Qué son los gases de efecto invernadero?

Los gases de efecto invernadero (GEI) son compuestos gaseosos que absorben y reemiten radiación infrarroja, atrapando el calor en la troposfera y elevando la temperatura media del planeta. Este fenómeno, indispensable para la vida, se ha intensificado por la actividad humana, generando un desequilibrio energético de +0,9 W/m² y un calentamiento global de +1,2 °C desde 1850.

Sin embargo, el aumento desproporcionado de la concentración de estos gases en la atmósfera debido a la actividad humana está provocando un calentamiento global acelerado con consecuencias negativas para el planeta.

¿Qué es el efecto invernadero?

El efecto invernadero es un proceso natural por el cual la radiación solar que llega a la Tierra es parcialmente reflejada al espacio y parcialmente absorbida por la superficie terrestre. Esta energía absorbida es luego re-emitida en forma de radiación infrarroja. Los GEI presentes en la atmósfera absorben parte de esta radiación infrarroja, impidiendo que escape al espacio exterior y devolviéndola a la superficie terrestre.

Este proceso natural es lo que mantiene la temperatura promedio de la Tierra en torno a los 15°C, permitiendo la vida tal como la conocemos.

Tipos de gases de efecto invernadero y sus fuentes

Existen diferentes tipos de GEI, cada uno con un potencial de calentamiento global (PCG) diferente, que mide la capacidad de un gas para atrapar calor en la atmósfera en comparación con el dióxido de carbono (CO2) en un período de tiempo determinado.

Los principales GEI son:

• Dióxido de carbono (CO2): es el GEI más abundante y persistente en la atmósfera, proveniente principalmente de la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), la deforestación y la producción de cemento.
• Metano (CH4): es un gas con un PCG mucho mayor que el CO2, aunque permanece menos tiempo en la atmósfera. Sus principales fuentes son la ganadería, la agricultura (cultivo de arroz), la extracción y transporte de combustibles fósiles y la descomposición de materia orgánica en vertederos.
• Óxido nitroso (N2O): también con un PCG superior al CO2, se libera principalmente por el uso de fertilizantes nitrogenados en la agricultura, la quema de combustibles fósiles y algunos procesos industriales
• Gases fluorados: incluyen hidrofluorocarburos (HFC), perfluorocarburos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6). Estos gases son de origen sintético y se utilizan en refrigeración, aires acondicionados, aerosoles y algunos procesos industriales. Tienen un PCG muy alto y permanecen en la atmósfera durante mucho tiempo.
• Vapor de agua (H2O): aunque es un gas de efecto invernadero potente, su concentración en la atmósfera está directamente relacionada con la temperatura, por lo que su impacto en el calentamiento global es considerado como un efecto de retroalimentación.

¿Cuál es el impacto de los gases de efecto invernadero en el cambio climático?

El aumento desproporcionado de la concentración de GEI en la atmósfera debido a la actividad humana está intensificando el efecto invernadero natural, provocando un calentamiento global acelerado y un cambio climático con consecuencias negativas para el planeta, como:

• Aumento de la temperatura global: con el consecuente derretimiento de glaciares y casquetes polares, aumento del nivel del mar, eventos climáticos extremos más frecuentes e intensos (olas de calor, sequías, inundaciones, huracanes), etc.
• Acidificación de los océanos: la absorción de CO2 por parte de los océanos provoca su acidificación, lo que afecta a la vida marina, especialmente a corales, moluscos y plancton.
• Impacto en la biodiversidad: el cambio climático está alterando los ecosistemas y poniendo en peligro la supervivencia de muchas especies.‍
• Impacto en la salud humana: el aumento de la temperatura y la contaminación atmosférica tienen efectos negativos en la salud respiratoria y cardiovascular, entre otros.

Métricas clave para inventarios de GEI

• Alcance 1: emisiones directas de combustión y procesos.
• Alcance 2: electricidad y calor importados (CO₂e según factor de red).
• Alcance 3: cadena de valor upstream y downstream; suele representar el 70-95 % de la huella corporativa.
• Intensidad carbónica: t CO₂e por unidad de producción/ingresos; metas Science Based Targets requieren reducir ≥42 % al 2030.

Legislación y mercados de carbono

• Acuerdo de París: limitar el aumento de temperatura a «muy por debajo» de 2 °C y proseguir esfuerzos para 1,5 °C; impone Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC).
• EU ETS: tope-y-comercio que cubre un 40 % de las emisiones europeas; precio medio 2024: 78 €/t CO₂e.
• Mecanismo CBAM: grava importaciones de acero, aluminio, fertilizantes y cemento según su huella carbónica.
• Reglamento F-gases (UE) 2024: reducción del 95 % de HFC en 2040 y prohibición de SF₆ en nuevas subestaciones a partir de 2031.

La importancia de la medición de la huella de carbono

La huella de carbono es un indicador que mide la cantidad total de GEI emitidos por una actividad, producto, organización o individuo.

Su medición es fundamental para:

• Conocer el impacto de nuestras actividades en el cambio climático.
• Identificar las principales fuentes de emisiones y establecer medidas para reducirlas.
• Evaluar el progreso en la reducción de emisiones a lo largo del tiempo.
• Comparar el desempeño ambiental de diferentes productos, servicios y organizaciones.
• Cumplir con las regulaciones y compromisos internacionales en materia de cambio climático.

La medición de la huella de carbono se realiza siguiendo metodologías estandarizadas como el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol), que establece directrices para la contabilidad y reporte de emisiones de GEI.

Gases de efecto invernadero: una oportunidad

Los gases de efecto invernadero constituyen la principal amenaza climática y, a la vez, la mayor oportunidad de innovación industrial. Medirlos con rigor, reportarlos bajo estándares GHG Protocol/CSRD y reducirlos con energías limpias, eficiencia y captura de carbono es imperativo para mantener el calentamiento dentro de 1,5 °C y salvaguardar la competitividad económica en la era net-zero.