En la gestión moderna de materiales y residuos, el concepto de subproducto ocupa un lugar central dentro de la transición hacia la economía circular. A diferencia del residuo, que debe gestionarse con un destino final de valorización o eliminación, el subproducto es una sustancia o material resultante de un proceso productivo que, aunque no sea el producto principal, puede utilizarse legalmente como recurso en otro proceso sin necesidad de tratamiento adicional complejo.
Este concepto permite reintroducir flujos secundarios en la economía, reducir la cantidad de residuos generados y ahorrar recursos naturales y energía.
Aunque ambos conceptos pueden parecer similares, la diferencia legal y práctica es clave:
En términos simples: si algo se gestiona como residuo, implica costes y trámites adicionales; si se declara subproducto, pasa a ser un recurso aprovechable.
La declaración de un material como subproducto debe seguir un procedimiento reglado:
En España existe un Catálogo Nacional de Subproductos que recoge las declaraciones aprobadas y sirve de referencia para empresas y administraciones.
El uso de subproductos es un ejemplo claro de economía circular, al favorecer la simbiosis industrial: lo que para una empresa es un excedente, para otra se convierte en materia prima.
Ejemplo paradigmático:
La Estrategia Española de Economía Circular (España Circular 2030) fija metas concretas:
Además de la Ley 7/2022 y la Directiva Marco de Residuos, otras normas relevantes son:
El fomento de subproductos se alinea directamente con:
El subproducto es un concepto clave en la gestión moderna de materiales, ya que permite transformar lo que antes era un residuo en un recurso con valor económico, ambiental y social.
La Ley 7/2022 y la Directiva 2008/98/CE han sentado las bases legales para diferenciar residuos y subproductos, abriendo la puerta a modelos de simbiosis industrial más eficientes. Sin embargo, su éxito depende de simplificar los procedimientos administrativos, fomentar la colaboración entre empresas y crear mercados estables para estos materiales.
En definitiva, los subproductos son una palanca estratégica de la economía circular: reducen residuos, generan valor añadido y permiten avanzar hacia un modelo de producción más sostenible y competitivo.
Empresas que confían en nosotros
Cradle‑to‑Cradle (C2C) es un marco de diseño circular propuesto por el arquitecto William McDonough y el químico Michael Braungart a finales de los años 90.
Cradle‑to‑Gate (C2G) abarca todas las etapas comprendidas entre la extracción y el procesado de materias primas y la salida del producto acabado por la puerta de fábrica.
Cradle-to-Grave (C2G) es el enfoque más exhaustivo de Análisis de Ciclo de Vida (ACV) conforme a la ISO 14044.
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