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Andrés Cester
CEO & Co-Founder
El alcance 3 del GHG Protocol es, sin duda, el mayor reto al que se enfrentan las empresas que buscan calcular y reportar su huella de carbono de forma rigurosa.
Mientras que los alcances 1 y 2 se centran en emisiones directas y en consumo energético, el alcance 3 abarca todas las emisiones indirectas de la cadena de valor, desde proveedores hasta clientes finales.
Según datos del Carbon Disclosure Project (CDP), el alcance 3 representa, de media, más del 75 % del total de las emisiones de una empresa. En sectores como la moda, la automoción o la alimentación, esta cifra puede superar el 90 %.
La dificultad radica en que estas emisiones están fuera del control directo de la organización, lo que exige metodologías sólidas, colaboración con terceros y herramientas de recopilación de datos precisas.
En esta guía, analizamos de forma práctica las 15 categorías de alcance 3 definidas por el GHG Protocol, con ejemplos concretos, recomendaciones metodológicas y un enfoque que combina precisión técnica y aplicabilidad empresarial.
Si todavía no tienes claro cómo encaja este cálculo dentro de los marcos normativos españoles, te recomendamos leer también nuestro artículo sobre el Registro MITECO en España: verificación y obtención de los sellos.
El alcance 3 incluye todas las emisiones de GEI que no están directamente controladas por la empresa, pero que se generan como consecuencia de su actividad. Esto implica emisiones en la cadena de suministro, transporte, uso de productos vendidos, tratamiento de residuos y muchas más.
Actualmente, su relevancia es doble. Por un lado, la Directiva CSRD obliga a grandes empresas europeas a reportar su huella completa, incluyendo alcance 3.
Por otro, los inversores demandan transparencia y comparabilidad. Una empresa que ignora el alcance 3 pierde credibilidad y corre el riesgo de quedarse fuera de cadenas de suministro internacionales cada vez más estrictas.
El GHG Protocol clasifica el alcance 3 en 15 categorías distintas, divididas entre actividades upstream (previas a la actividad de la empresa) y downstream (posteriores a la venta de sus productos o servicios).
A continuación, analizamos cada una con ejemplos prácticos y recomendaciones.
Incluye todas las emisiones derivadas de la producción de bienes y servicios que la empresa compra. Un fabricante de muebles, por ejemplo, debe contabilizar las emisiones del cultivo, tala y procesamiento de la madera que utiliza.
El reto es recopilar datos fiables de proveedores, por lo que la recomendación es exigir informes verificados de huella de carbono a la cadena de suministro.
Son las emisiones derivadas de la producción de activos que duran más de un año, como edificios, maquinaria o vehículos. Una empresa que construye una nueva planta debe incluir la huella de los materiales de construcción y del proceso constructivo.
En sectores industriales, esta categoría puede ser muy significativa.
Aquí se incluyen las emisiones asociadas a la extracción, producción y transporte de combustibles y energía que la empresa consume, pero que no están directamente cubiertas en los alcances anteriores.
Por ejemplo, el transporte del gas natural antes de llegar a una fábrica forma parte de esta categoría.
Se refiere al transporte de bienes adquiridos desde el proveedor hasta la empresa. En una compañía textil, las emisiones del transporte marítimo de telas desde Asia a Europa entran aquí.
En este punto es clave trabajar con operadores logísticos que ofrezcan datos de emisiones certificados.
Incluye las emisiones derivadas del tratamiento y eliminación de residuos que genera la empresa en su actividad. No hablamos de la huella de los productos vendidos, sino de sus propios residuos internos.
Un ejemplo sería el metano liberado en un vertedero por los residuos sólidos de una fábrica.
Las emisiones de los desplazamientos de los empleados por motivos laborales. Si el equipo comercial de una empresa realiza vuelos frecuentes, esas emisiones deben contabilizarse.
Hoy existen calculadoras de huella para billetes de avión que simplifican esta medición.
Se refiere al transporte diario de los trabajadores desde sus casas hasta el lugar de trabajo. El impacto es mayor en organizaciones con plantillas numerosas y sedes alejadas de zonas urbanas.
Implementar planes de movilidad sostenible puede reducir hasta un 30 % las emisiones de esta categoría.
Son las emisiones de activos arrendados que la empresa utiliza pero que no posee, como edificios alquilados o maquinaria en leasing.
Por ejemplo, una empresa que opera en un edificio de oficinas alquilado debe contabilizar la huella asociada al consumo energético del inmueble.
Aquí entran las emisiones del transporte de productos vendidos hasta llegar al cliente final. En un e-commerce, el reparto de última milla es una de las fuentes principales de huella en esta categoría.
Si los productos requieren transformación posterior antes de llegar al consumidor, las emisiones de ese procesamiento también se incluyen. Por ejemplo, un proveedor de acero debe contabilizar la huella generada cuando su acero se utiliza para fabricar automóviles.
Esta categoría puede ser gigantesca en sectores como la automoción o los electrodomésticos. Incluye las emisiones que se producen durante toda la vida útil del producto cuando lo utiliza el cliente.
Un fabricante de coches debe contabilizar la gasolina que consumen sus vehículos durante años de uso.
Se trata de las emisiones generadas cuando los productos llegan al final de su vida útil y son tratados como residuos. Por ejemplo, una empresa de envases debe incluir el metano emitido por plásticos depositados en vertederos.
Cuando la empresa alquila un activo a un tercero, debe contabilizar las emisiones asociadas al uso de ese activo por parte del arrendatario.
Por ejemplo, una inmobiliaria que alquila oficinas debe incluir las emisiones derivadas de la energía consumida por los inquilinos.
Si una empresa opera a través de franquicias, debe contabilizar las emisiones derivadas de las operaciones de esos establecimientos. Una cadena de restauración con franquicias en varias ciudades debe medir su huella completa.
Por último, las emisiones derivadas de las inversiones realizadas por la empresa. Los bancos y fondos de inversión son especialmente responsables de esta categoría, ya que deben medir el impacto climático de las compañías en las que invierten.
El mayor reto del alcance 3 es la recopilación de datos fiables en la cadena de valor.
Para enfrentarlo, las empresas pueden aplicar varias estrategias:
El alcance 3 representa la mayoría de las emisiones y exige un cambio profundo en la forma de trabajar con proveedores, clientes e inversores. El GHG Protocol, con sus 15 categorías, proporciona la estructura necesaria para afrontarlo con rigor.
En la actualidad, las empresas que ignoren el alcance 3 estarán fuera de juego en términos regulatorios, reputacionales y de mercado. Por el contrario, aquellas que lo integren de forma seria no solo reducirán su huella de carbono, sino que obtendrán ventajas competitivas claras.
Para dar el siguiente paso, te recomendamos leer nuestra guía sobre estrategias de sostenibilidad empresarial y descubrir cómo alinear tus objetivos de reducción de emisiones con los marcos internacionales más exigentes.
Sí, para grandes empresas bajo la CSRD y para aquellas que quieran inscribirse en el Registro MITECO con objetivos de reducción ambiciosos.
Depende del sector: en automoción, destacan el uso de productos vendidos; en alimentación, los bienes adquiridos; en servicios, los viajes y desplazamientos.
Sí, pero deben basarse en factores de emisión reconocidos y ajustarse a la metodología del GHG Protocol.
Andrés Cester
CEO & Co-Founder
Sobre el autor
Andrés Cester es el CEO de Manglai, empresa que cofundó en 2023. Antes de emprender este proyecto, fue cofundador y co-CEO de Colvin, donde adquirió experiencia en puestos de responsabilidad combinando su visión emprendedora con la gestión de equipos multidisciplinares. Lidera el rumbo estratégico de Manglai mediante el desarrollo de soluciones basadas en inteligencia artificial para ayudar a las empresas a optimizar sus procesos y reducir su impacto ambiental.
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