El término fast fashion hace referencia a un modelo de producción y consumo en la industria de la moda que prioriza la fabricación rápida, masiva y de bajo coste de prendas de vestir. Este sistema está diseñado para responder rápidamente a las tendencias del mercado, ofreciendo ropa asequible y constantemente renovada.
Sin embargo, el fast fashion tiene un impacto significativo en el medio ambiente, especialmente en términos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), contaminación del agua y generación de residuos textiles.
El fast fashion es un modelo de negocio que se basa en producir ropa de forma rápida y económica para satisfacer la demanda de los consumidores por las últimas tendencias. Este sistema se caracteriza por:
La industria de la moda es responsable de aproximadamente el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (Niinimäki et al., 2020). Esto se debe a varios factores:
Por ejemplo, producir una camiseta de algodón puede generar hasta 2,1 kg de CO₂, mientras que un par de jeans puede emitir hasta 33,4 kg de CO₂ (Quantis, 2018).
El fast fashion también tiene un impacto significativo en el consumo y la contaminación del agua.
Se estima que la industria textil utiliza alrededor de 93 mil millones de metros cúbicos de agua al año, lo suficiente para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas (Ellen MacArthur Foundation, 2017). Además, los procesos de teñido y acabado de textiles generan aguas residuales cargadas de productos químicos tóxicos que a menudo se vierten en ríos y océanos sin tratamiento adecuado.
La corta vida útil de las prendas de fast fashion contribuye a la generación de enormes cantidades de residuos textiles.
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, cada europeo genera aproximadamente 11 kg de residuos textiles al año, y menos del 1% de estos se reciclan en nuevos materiales textiles (EEA, 2019).
La huella de carbono mide la cantidad total de emisiones de gases de efecto invernadero asociadas directa o indirectamente con un producto, servicio o actividad. En el caso del fast fashion, esta huella se distribuye a lo largo de toda la cadena de valor:
Para reducir la huella de carbono del fast fashion, es esencial adoptar prácticas más sostenibles en cada etapa de la cadena de valor.
Las marcas que no demuestren planes verificados de transición sostenible afrontarán restricciones de mercado, pérdida de reputación y dificultades de financiación.
El fast fashion, aunque accesible y atractivo para muchos, tiene un impacto ambiental devastador, especialmente en términos de emisiones de carbono, consumo de agua y generación de residuos. Medir y reducir la huella de carbono de esta industria es esencial para mitigar el cambio climático y avanzar hacia un futuro más sostenible.
Herramientas como las de Manglai juegan un papel crucial al proporcionar análisis detallados y recomendaciones personalizadas para empresas que buscan reducir su impacto ambiental.
Adoptar prácticas de moda sostenible, tanto a nivel empresarial como individual, puede marcar una gran diferencia en la lucha contra los efectos negativos del fast fashion.
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