El índice de circularidad es un indicador clave que evalúa el grado en que una organización, sector, territorio o producto opera bajo principios de economía circular. Su función es medir hasta qué punto los recursos utilizados en un sistema se mantienen en circulación mediante estrategias de prevención, reutilización, reparación, reciclaje y valorización, reduciendo la dependencia de materias primas vírgenes y minimizando la generación de residuos.
El índice de circularidad se ha convertido en un instrumento central para evaluar políticas públicas, procesos industriales y estrategias empresariales orientadas a la descarbonización, la eficiencia de recursos y la reducción del impacto ambiental. Su uso ha crecido significativamente con la entrada en vigor del Plan Europeo de Economía Circular, la Estrategia Española de Economía Circular 2030 y los requisitos de reporte definidos por la Directiva CSRD.
El índice de circularidad se fundamenta en la premisa de que las economías lineales —basadas en extraer, producir, consumir y desechar— generan presiones insostenibles sobre los ecosistemas. La economía circular propone mantener los materiales en uso el máximo tiempo posible mediante ciclos biológicos (compostaje, digestión anaerobia) y ciclos técnicos (reparación, remanufactura, reciclaje).
El índice permite cuantificar en qué medida un sistema ha logrado desacoplar su actividad económica del consumo de materiales vírgenes, contribuyendo a:
Aunque no existe una única metodología universal, las organizaciones internacionales han desarrollado marcos comunes:
Calcula el porcentaje de materiales reciclados o reutilizados frente al total consumido.
Mide la reincorporación de productos o componentes al ciclo productivo mediante reparación, reacondicionamiento o reutilización.
Evalúa flujos de materiales, residuos, agua y energía a escala municipal, regional o estatal.
Ejemplo: el Circularity Gap Report (CGR), referencia mundial que evalúa el grado de circularidad de países y regiones.
Empresas globales como Philips, IKEA o Unilever aplican este indicador para cuantificar avances en objetivos ESG y compromisos climáticos.
El índice de circularidad integra información de distintas áreas:
Para su cálculo se utilizan herramientas como ACV (ISO 14040/44), ISO 14083 (emisiones logísticas), contabilidad material MF (Material Footprint) y sistemas de trazabilidad digital.
Las empresas utilizan el índice de circularidad para:
Fabricantes de dispositivos evalúan cuántos componentes se recuperan tras el fin de uso y qué porcentaje del material procede de fuentes secundarias.
Empresas constructoras miden el porcentaje de materiales reciclados (áridos, acero, madera) incorporados a nuevos proyectos.
El índice de circularidad se usa como instrumento de planificación en:
A escala municipal, permite diseñar ordenanzas para recogida selectiva, PAYT (Pago por Generación), infraestructuras de reciclaje y estrategias de residuos cero.
El índice de circularidad se interpreta junto con otros indicadores esenciales:
Juntos conforman un sistema robusto de medición y planificación.
La Comisión Europea prevé integrar el índice en:
La tendencia es avanzar hacia un Índice de Circularidad Digital Unificado, interoperable y comparable entre Estados.
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