Índice de estrés hídrico
El índice de estrés hídrico es un indicador que cuantifica la presión que ejerce la demanda humana de agua sobre los recursos hídricos renovables disponibles en una región determinada. Se expresa como un porcentaje que relaciona el volumen total de agua extraída anualmente con el volumen total de agua dulce renovable.
Cuando este valor supera el 40 %, se considera que una región sufre un estrés hídrico alto, según estándares internacionales como los del World Resources Institute (WRI) o la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Por encima del 80 %, se habla de estrés hídrico extremo, situación que compromete gravemente la sostenibilidad ambiental y socioeconómica de un territorio.
Fórmula de cálculo
El índice se calcula con la siguiente fórmula:
Índice de estrés hídrico (%) = (Extracción total anual de agua / Recursos hídricos renovables anuales) × 100
Este valor puede calcularse a nivel nacional, regional, de cuenca hidrográfica o incluso de subcuenca, y suele actualizarse anualmente en los reportes de seguridad hídrica global.
¿Qué significa un valor alto?
Un índice elevado indica que una región está extrayendo agua a un ritmo insostenible, sin dejar margen para la recarga natural de acuíferos, el mantenimiento del caudal ecológico de los ríos ni la cobertura de las necesidades futuras. Implica también una elevada exposición al riesgo de escasez en caso de sequía o aumento de la demanda.
En otras palabras, el índice de estrés hídrico permite identificar zonas donde el uso humano del agua supera o está a punto de superar los límites del sistema hidrológico. Esto afecta a la producción de alimentos, la salud pública, la actividad industrial, la biodiversidad y la estabilidad política.
Factores que agravan el estrés hídrico
Aunque el índice es una relación técnica, su aumento obedece a múltiples causas estructurales:
- Crecimiento poblacional acelerado sin expansión proporcional de infraestructuras.
- Agricultura intensiva basada en monocultivos de alto consumo (p. ej. aguacate, arroz, caña de azúcar).
- Falta de tratamiento y reutilización de aguas residuales.
- Uso ineficiente en industrias y pérdida de agua por fugas urbanas.
- Impacto del cambio climático, que altera los patrones de lluvia y reduce la recarga de acuíferos.
Estos factores actúan en cascada, generando situaciones donde la demanda siempre supera a la oferta y se degrada progresivamente el sistema hídrico.
Consecuencias de operar en regiones con estrés hídrico
Las consecuencias de un índice elevado afectan a todos los sectores de la sociedad y la economía:
- Reducción de la seguridad alimentaria por escasez de agua para riego.
- Conflictos entre sectores (agrícola vs. urbano, industrial vs. ecológico).
- Aumento del coste del agua y riesgo de racionamientos.
- Pérdida de biodiversidad y colapso de ecosistemas acuáticos.
- Riesgos reputacionales y operativos para empresas que extraen agua en zonas vulnerables.
Aplicación en políticas públicas
El índice de estrés hídrico es un indicador fundamental en la planificación hídrica, la asignación de concesiones y la inversión en infraestructuras. Permite a los gobiernos:
- Definir zonas prioritarias para intervención.
- Establecer límites de extracción y caudal ecológico.
- Planificar medidas de eficiencia hídrica en sectores clave.
- Justificar inversiones en desalación, captación de lluvia o reutilización.
Importancia para las empresas y el análisis ESG
Desde el punto de vista empresarial, operar en regiones con alto índice de estrés hídrico supone un riesgo material. Las empresas deben evaluar su exposición, medir su huella hídrica y tomar decisiones que reduzcan su vulnerabilidad.
Marcos como CDP Water, TCFD, GRI y SASB exigen reportar la ubicación de las operaciones en relación con el estrés hídrico local. No hacerlo puede suponer una pérdida de confianza de inversores, consumidores y reguladores.
Cómo reducir el estrés hídrico
Aunque el índice revela una presión estructural, existen soluciones efectivas para reducirla:
- Tecnificación del riego (riego por goteo, sensores de humedad).
- Reutilización de aguas grises para usos no potables.
- Eliminación de subsidios perversos al uso intensivo de agua.
- Estrategias de economía circular hídrica en industria y municipios.
- Educación para el uso responsable y la conservación del recurso.
Estas medidas deben aplicarse de forma coordinada, equitativa y con visión de largo plazo.
Un termómetro de la sostenibilidad hídrica
El índice de estrés hídrico es mucho más que un número: es una señal de alerta sobre la insostenibilidad de los modelos de producción y consumo actuales. Monitorizarlo y actuar en consecuencia es imprescindible para garantizar la seguridad hídrica, climática y social en las próximas décadas.
En un mundo donde el agua ya no es abundante ni garantizada, el estrés hídrico será un factor determinante de competitividad, resiliencia y justicia ambiental.
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